Una empresa a punto de cumplir 40 años de andadura

Victoria de las Heras (fundadora y CEO de Albany School): «empecé a aprender inglés porque mi padre me compró un curso de idiomas con doce cintas»

Victoria de las Heras (fundadora y CEO de Albany School): «empecé a aprender inglés porque mi padre me compró un curso de idiomas con doce cintas»

La academia de inglés Albany cuenta con 40 trabajadores y entre 1500-2000 alumnos en toda España. Con varios establecimientos en Córdoba, uno en Madrid, un centro franquiciado y numerosos centros instalados dentro de los colegios, esta empresa que nació en 1984 está ahora mismo volcada con su plataforma on line. Al frente de este proyecto que no ha dejado de crecer en casi 40 años se encuentra Victoria de las Heras, que de joven tuvo que elegir entre varios caminos. Optó sin arrepentimiento por uno que se ha convertido en estandarte dentro del sector de los idiomas en la ciudad…y desde hace años en todo el país.

¿Cuál fue el origen de Albany?

Estudiaba magisterio, y la carrera de piano y canto lírico. Yo quería ser cantante de ópera. Pero empecé a dar clase particulares de inglés porque necesitaba dinero para mis gastos. Yo era una chavala muy joven, tendría unos 20 y los inicios fueron muy ingenuos. Las daba en un piso que tenían mis padres en Ciudad Jardín, en Colina y Burón. Las clases empezaron cada vez a tener más demanda. Al poco tiempo profesionalicé la actividad y a contraté a personal porque hubo mucha respuesta por parte del público. Empezamos así de manera pequeñita en 1984 pero el crecimiento fue desde entonces constante.

¿Dónde había aprendido inglés para animarse a dar clases?

[Ríe] Mira, soy muy atípica. Empecé a aprender inglés porque mi padre me compró un curso de idiomas con doce cintas. Se llamaba “Aprende inglés en seis meses”. Tardé, me parece, año y medio en hacer aquel curso. Entonces era una pre-adolescente, tenía 13 años. Los ejercicios los grababa en un casette y se los mandaba por correspondencia a un profesor que estaba en Barcelona. Ese contacto con el profesor, que era extranjero, me cambió totalmente el chip como jovencita, porque empecé a notar que a mí se me daba bien y que me gustaba, a diferencia del inglés del colegio, que no me llamaba la atención. Me gustaba el inglés para la música, porque me encantaba cantar y me aprendía las letras. Luego tuve la oportunidad de trabajar como actriz, que es otra cosa curiosa [ríe]. Fue con un equipo británico, de Londres, que vinieron a Córdoba a hacer una película.

¿También en esos tiempos de pre-adolescente?

No, eso fue ya con unos 23 años.

¿Qué película era?

Es una película que se llama Córdoba. Estoy en contacto con el director, Jonathan Tammuz , un británico que vive en Canadá, porque tengo la ilusión de que se emita aquí ahora que la ha pasado a formato digital. Es muy bonita porque retrata la Córdoba de los años 80.

¿Es película o documental?

Un mediometraje que se estrenó en BAFTA, la Academia Británica de las Artes Cinematográficas y de la Televisión. Yo era la co-protagonista.

¿Cuál era la sinopsis?

Trataba de un chico que venía a España buscando a una amante de su padre recientemente muerto. En dicha búsqueda se enamora de la chica cordobesa que yo representaba [ríe]. Cuando la vi en BAFTA en un cine impresionante…te puedo asegurar que ver las imágenes de Córdoba en las que sale el Mesón Cabezas, la Mezquita, el Puente Romano con un ambiente de la Judería de entonces fue muy emotivo.

¿Está ya digitalizada y se puede conseguir en alguna plataforma?

Tiene digitalizadas las imágenes y está trabajando en el sonido, porque también tocó un guitarrista de aquí para la banda sonora. También salía Manolo, un taxista que sabía hablar inglés. Porque ellos los que hicieron fue coger a un grupo de personas inglés: un taxista, un profesor de instituto, una aristócrata de casi noventa años que se llamaba Tatiana o una chica joven, que era yo. La película era en inglés.

Unía la película con su aprendizaje y la decisión de dedicarse al mundo del inglés, que empezó con las cintas del curso.

Claro, porque estuve un mes con el equipo rodando, totalmente metida en su ambiente. Y luego fui a Londres a ver su proyección. Todo es me impulsó con el idioma. Yo no aprendí inglés yendo a una academia ni mis padres tuvieron dinero para mandarme al extranjero. El inglés me vino de otra manera.

¿Cómo surgió por cierto la posibilidad de actuar en esta película?

[Ríe] Pues mira, fue por una señora de una pensión que me dijo “Victoria, unos ingleses están buscando en La Mezquita a una chica para un anuncio. Y como no tenía un duro y en aquella época cualquier cosilla era…[la entrevistada no termina la frase por la risa]…pues dije me voy a presentar. Y fui al casting.

¿Dónde fue?

En el mesón Azabache, se acordará alguno de mi edad. Estaba cerca de Bataneros, al lado de Jerónimo Páez. Al terminarlo pregunté que para qué anuncio era. Y me dijeron que no, que era para una película realizada por gente que estaba terminando la carrera cinematográfica, que debían presentar en la escuela, como trabajo final, un mediometraje.

¿Qué nota le pusieron?

No lo sé [ríe]. Pero se presentó en muchos festivales internacionales. Fue sin duda una de las experiencias más bonitas de mi vida.

Hablaba también en sus años iniciales de su carrera musical

Estuve toda mi juventud compaginando Albany con mi formación musical. Era soprano. En 1992 participé con el coro del Gran Teatro de Córdoba, que fue el coro titular del Teatro de la Maestranza de Sevilla. Inauguramos el Teatro de la Maestranza con un concierto impresionante con todos los grandes cantantes líricos de la época: Plácido Domingo, José Carreras, Alfredo Kraus, Monserrat Caballé, Teresa Berganza…todos cantaron esa noche. Hicimos toda la temporada de ópera durante ese año, que era el de la Expo. Cuando acabó ya había terminado mi carrera y me di cuenta de que tenía que tomar una decisión, puesto que Albany ya había cogido un volumen y por otra parte mi experiencia en el coro ya me dio la dimensión de lo que tenía que hacer si quería ser soprano. Mi decisión fue que quería ser empresaria.

¿Siguió cantando?

Muy poco y nunca más profesionalmente. He hecho algún concierto, pero no en plan profesional.

Centrándonos en la empresa ¿Por qué escogió Albany como nombre?

Fue algo fortuito. Pensé en un lugar que me evocara modernidad y sensación de progreso. Y surgió Nueva York. Mirando el mapa vi que la capital del Estado de Nueva York era Albany. Me gustó el nombre y esa vinculación con Nueva York, pero toda esta búsqueda fue igualmente muy ingenua. No fue un planteamiento filosófico o romántico, sino sencillamente que me gustó cómo sonaba.

Desde hace años el inglés es algo obligado, indispensable y se da desde cortísimas edades, pero ¿qué tipo de alumnos había en aquella época inicial?

Bueno, había muchas muchas familias que ya pensaban que sus hijos debían aprender inglés. Y tuvimos una demanda enorme. Albany se ha nutrido de toda la zona que nos rodea [hace un gesto que engloba el alrededor, la entrevista se hace en el centro de la calle Previsión]. Se trataba de familias de clase media, muchas de ellas con funcionarios. Eran familias sencillas que querían darle formación a sus hijos.

Quizá ahora sea distinto, pero siempre se dijo que antaño se daba muy mal inglés en la educación reglada española. ¿Comparte esa opinión?

Ahora no, se evolucionó mucho. En aquella época sí. De hecho nuestra formación distaba mucho de la que se daba en los colegios. Actualmente los colegios se han puesto mucho las pilas en ese sentido. El aprendizaje de un idioma está muy relacionado con el tiempo de práctica y la manera en que lo practicas y lo vives. En ese sentido los alumnos que vienen a Albany se sienten en un burbuja y lo viven de una manera personal, puesto que son clases reducidas con trato muy directo. El alumno además tiene mucho tiempo para practicar. Los profesores proceden de diversos países de habla inglesa. Todo esto hace que la experiencia del idioma sea especial. Tenemos la sensación de que nuestros alumnos disfrutan mucho aquí.

Otra cuestión muy debatida ha sido siempre la manifestación de que a los españoles nos costaba más aprender idiomas que a personas de otros países.

No ha habido una apuesta nacional consistente para el aprendizaje del inglés. Otros países lo han tenido más claro y se habla mucho más y mejor el inglés. En España poco a poco se va avanzando. Eso sí, se va de abajo a arriba. En Andalucía estamos más retrasados. En Madrid están por encima y mucho más en el País Vasco. Cataluña quizá sea el más alto. Lo vemos porque tenemos un centro en Madrid o a través de nuestra plataforma on line. Por ejemplo las comunidades autónomas piden determinada certificación para los títulos de grado. En el País Vasco llevan muchos años pidiendo el C1. En Madrid piden el B2. En Andalucía el B1. Creo que en Andalucía ya han pedido el B2 para las oposiciones. Nosotros también ayudamos a los alumnos a sacarse la certificación, que en nuestro caso es de Cambridge.

Muchos profesores hoy día, o bien academias, dicen desarrollar su método personal o sistema al enseñar inglés. Y además aseguran casi siempre que es rápido. ¿Eso es posible?

Nada es rápido. Y en cuanto a sistema propio creo que más bien lo que hay es entender múltiples aspectos de la enseñanza y las relaciones personales y qué es positivo para aprender. Por ejemplo, nosotros cuidamos mucho los entornos. Nos gusta que los centros sean cálidos y acogedores. También que cuenten con muchos recursos tecnológicos, aspecto en el que estamos en el top sin lugar a dudas. Todo ese conjunto hace que un centro sea muy diferente a otro centro. Hay que tener en cuenta además que a nivel metodológico tenemos la experiencia de casi 40 años, así que sabemos lo que funciona y lo que no funciona.

 

 

Victoria de las Heras (fundadora y CEO de Albany School): «empecé a aprender inglés porque mi padre me compró un curso de idiomas con doce cintas»

Victoria de las Heras en Albany de la calle Previsión

 

¿Cómo ha sido el crecimiento de Albany en estos 39 años?

Albany empezó en Colina y Burón en el año 84. De ahí pasamos a un centro en la calle Previsión. Luego abrimos el del Zoco, en la calle Lagartijo, y el de la avenida del Aeropuerto. El de Previsión, que estaba en otro local, se mudó a este centro en el que estamos, que es más grande. Luego se pusieron en contacto con nosotros diversos colegios. Y empezamos a implantar centros de idiomas en los colegios. Con esta línea llevamos más de diez años y estamos implantados en los colegios Bética, Calasancio, Santa Victoria, Las Mercedarias, Séneca y en el colegio la Merced de Madrid, en Chamartín, cerca de Príncipe de Vergara. Tenemos un equipo de colegios que aplica en ellos nuestra metodología fuera de las horas lectivas. Eso posibilita la conciliación familiar y que los niños se vayan con todo hecho.

Luego tenemos una línea de franquicias. Ya se ha abierto Albany Ronda School, que está en la carretera de Trassierra. Está funcionando desde hace unos tres años.

En los que estamos muy volcados es en el desarrollo de Albany School on line. Empezó con la pandemia. Cuando terminaron las restricciones decidimos darle personalidad y recursos. Con él estamos trabajando con alumnos de toda España e incluso con alumnos que están en el extranjero.

Cuentan con una dilatadísima experiencia con la enseñanza presencial. ¿Qué ventaja e inconvenientes ven a la enseñanza no presencial de Albany School on line?

Tiene unas características diferentes para un perfil de alumno distinto. En cuanto a posibilidad de aprendizaje es la misma, porque eso depende en gran medida del alumno y su deseo de aprender, además de una buena metodología con un buen profesor. Estamos muy volcados con un público universitario o joven que demanda sacarse una certificación.

Antes mencionó que Albany trataba de ser una burbuja, en el sentido de un sitio acogedor, y destaca mucho por su interiorismo, por su estética. ¿Se ocupa alguna empresa de ello?

No, el interiorismo lo desarrollo yo. Para mí es un acto creativo que persigue conseguir un ambiente muy agradable y que transmita los valores de Albany. Cada centro es completamente distinto. Eso sí, todos tienen en común que son luminosos, con muchas plantas y mobiliario de calidad que combina el más funcional y el más decorativo. Me gusta que todo sea orgánico y evoque a la naturaleza, ya que a muchos trabajadores de Albany nos encanta estar en ella. Y nos encantan las plantas y los animales.

¿Ha llegado a desarrollar el interiorismo profesionalmente en algún otro lugar?

No, aunque también lo he llevado a cabo en la Casa de la Palma. Es una casa que Albany tiene en Castro del Río, la iniciamos como proyecto de alojamiento turístico aunque actualmente no está funcionando. En fin, que el interiorismo es una cosa muy personal mía, de hecho esa faceta artística está presente en otros aspectos, como la organización de proyectos para los alumnos de hasta 15 años en los que representan musicales u obras de teatro que se graban con equipos audiovisuales.

A propósito de todas las facetas artísticas comentadas, ¿nos hemos perdido a una gran actriz o soprano?

[Ríe] Ni fui actriz ni fui soprano, pero nunca me he arrepentido de ser empresaria.

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