Falete San Miguel (responsable del grupo El Jardín de El Capricho): «las Palmeras de El Brillante se abrirá el próximo 25 de marzo con su primer evento»

Rafael “Falete” San Miguel está a punto de embarcarse en una gran aventura empresarial junto a los herederos de El Caballo Rojo. Se trata de la reapertura de Las Palmeras, ahora Las Palmeras de El Brillante, de la mano de Pepi, hija del celebérrimo Pepe García Marín, fundador del que fuera restaurante más conocido de Córdoba, tanto dentro de la provincia como en el resto de España. Tras un cierre que ha durado más de una década, Las Palmeras se une a la Finca El Capricho en un momento en el que los empresarios del cáterin y los eventos reclaman más controles contra el intrusismo y volver a la antigua contratación de camareros extra.

– ¿Cuándo se abre las Palmeras de El Brillante?

– Las Palmeras de El Brillante se abrirá el próximo 25 de marzo con su primer evento. Es un proyecto en el que vamos junto a la propiedad, la familia Palomar-García. En esta familia está Pepi, hija de Pepe García Marín, el impulsor de El Caballo Rojo. También se encuentran sus hijos. Hemos hecho un modelo comercial de las instalaciones y estamos haciéndoles una especie de lifting.

– ¿Este lifting supondrá una gran diferencia con respecto al modelo que conocieron muchos cordobeses con Las Palmeras de El Caballo Rojo?

– Habrá una continuidad. Vamos a seguir con el tema de los eventos y en general con la trayectoria que Las Palmeras, desde el año 1992, mantuvo, fundamentalmente dedicada a bodas, bautizos, comuniones, eventos sociales y eventos empresariales.

– ¿Se han recuperado, por cierto, los eventos en general tras el covid?

– Gracias a Dios se ha reactivado. Estuvimos 18 meses totalmente parados. Dentro de la hostelería fue el sector más perjudicado. Desde abril o mayo del año pasado se han ido retomando. ¿Qué hemos notado? Que hay preferencia por los eventos más reducidos. Se buscan eventos menos multitudinarios, bodas con menos asistentes, por ejemplo ahora estamos en 180 a 220 personas de media. Eso sí, la celebración sigue igual, con todo el mundo con ganas de pasarlo bien y disfrutar. Como siempre digo, somos vendedores de felicidad.

– Tiene usted dos negocios dedicados a los eventos. La Finca El Capricho y en breve Las Palmeras. ¿Cómo se organiza para no hacerse la competencia a sí mismo?

– Cada instalación tiene su idiosincrasia. El Capricho está en Alcolea. Es una finca taurina, con tradición y jardines. Las Palmeras sin embargo está situada, como yo digo, en el Manhattan cordobés, la avenida de El Brillante, y con un nombre y una trayectoria previas. Estamos gestionando junto a los Palomar-García, lo que es garantía de llegar a tener éxito.

– ¿Cómo empezó su trayectoria en el mundo de la hostelería?

– Empecé en el año 97 en la taberna El Alabardero, una escuela de hostelería privada que hay en Sevilla. Fui de las primeras promociones. En el año 99 me fichó Javier Campos, y empecé en Bodegas Campos con mi trayectoria ligada a los eventos. Desde primera hora me dediqué al cáterin. Estuve en Bodegas Campos hasta el 2007 que monté Finca El Capricho.

– Todo el mundo coincide en asegurar que Bodegas Campos es una excelente escuela

– Estoy totalmente de acuerdo. Tengo una gran amistad con Javier Campos, un profesional de primera. Mi trayectoria en Bodegas Campos fue totalmente la base de lo que hoy día tenemos en El Capricho y de los que soy como empresario y hostelero. Sigo considerando a Bodegas Campos como mi casa.

– ¿Por qué se decidió a montar su negocio propio?

– Fue en 2007. Hubo un momento en el que pensé que quería desarrollarme profesionalmente y me lié la manta a la cabeza. Junto a la familia Centeno Guerra, propietarios de la finca, pusimos un negocio en el que ellos lo hicieron todo muy fácil, hasta el punto de que hoy son accionistas del grupo empresarial El Jardín de El Capricho, que engloba tanto El Capricho como Las Palmeras de El Brillante.

– Con respecto a El Capricho, ¿tenía clara la idea que quería?

– Totalmente. Fue un proyecto que la familia Centeno Guerra nos presenta en Bodegas Campos en el año 2005. Bodegas Campos lo rechazó y yo lo retomé junto a la familia en el 2007.

– ¿Por qué se le encendió la lucecita pese al rechazo de Bodegas Campos?

– El consejo de administración de Bodegas Campos tomó una decisión empresarial en aquella época. Yo llegué a un acuerdo dos años después y empezamos las obras.

– Y es empezar las obras y llegar la crisis económica del 2008. ¿Cómo se enfrenta una persona al hecho de emprender y que suceda esto?

– Te enfrentas...con dos narices y ganas de trabajar [ríe]. Fue una época dura, pero haciendo las cosas medianamente bien salimos de la crisis.

Un capricho de finca

La finca El Capricho data del año 1.830 y cuenta con una extensión de 600 hectáreas. Fue del hermano de Rafael Guerra “Guerrita”, Don Antonio Guerra, y posteriormente pasó a sus herederos, la familia Centeno Guerra. Esta finca fue restaurada en el año 2009, única y exclusivamente para la celebración de todo tipo de eventos y celebraciones. Cuenta con aparcamiento para 15 autobuses, aseos de señoras, caballeros, y minusválidos, tanto en los salones de la entrada, como en el salón principal. Y una plaza para tientas.

– También es responsable actualmente de El Lagar el Puntal, en Montilla

– Lo considero más un proyecto familiar que empresarial. Se dedica sobre todo al turismo rural y a algún evento, pero el 90% es turismo rural. Es por testear un poco cómo es el tema turístico y los alojamientos, que no lo había tocado. Empezó en el 2018.

– ¿Alguna otra aventura empresarial?

– En el 2015 monté Ágora en el Brillante junto a un socio. Se montó con la idea de poner en marcha un mercado gastronómico. Vendí mi accionariado en el 2017, pero fue una buena experiencia sobre cómo montar un negocio de este tipo desde cero. Hubo uno en Córdoba y otro en Marbella. A este tipo de establecimientos los machacó luego el covid.

– Le pilló la crisis económica al empezar El Capricho y casi seguida la del covid

– Al final se sale con ingenio y dolores de cabeza. Por el camino tienes que tomar una serie de decisiones. En esta segunda etapa hemos retomado, junto a los propietarios de la finca El Capricho, un nuevo impulso financiero, lo que ha permitido tanto seguir con el primer proyecto como apostar por el de Las Palmeras de El Brillante.

– ¿Algún otro proyecto en mente?

– De momento queremos consolidar Las Palmeras, un punto de venta emblemático que queremos llenar de nuevo de gente para que lo vivan.

– Es usted presidente de la Asociación Empresarial de Cátering de Andalucía, ¿cómo surgió la idea de ponerla en marcha?

– Durante el covid. No había ninguna asociación de cáterin y una serie de compañeros de Sevilla, Granada, Málaga y Córdoba decidimos registrarla para luchar por una serie de cuestiones.

– ¿Cuáles son sus principales reivindicaciones?

– Estamos trabajando con la Consejería de Salud en la exigencia de los registros sanitarios que nos piden, para evitar la competencia desleal. Hay empresas que se llaman de cáterin pero no tienen ni sus papeles ni su centro de producción en regla con respecto a las auditorías que a nosotros nos hacen. El cáterin es una industria de riesgo, pues estás trabajando con personas. Intentamos que se profesionalice de verdad, que la empresa del cáterin sea una especialista. Para ello solicitamos un control. Por otra parte está el asunto de los contratos laborales que ahora nos exigen con los fijos discontinuos. Nos referimos a lo que nosotros llamamos camareros extra. Nos gustaría volver a la anterior situación, cuando les dábamos de alta el día que los necesitábamos y les pagábamos su salario. Ahora tenemos una penalización de 26'5 euros debido a los contratos que se han inventado estos iluminados para que parezca que sacan a la gente del paro.

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