Se trata de Álvaro Perea-Milla

Un ingeniero y matemático cordobés diseña un tablero de sudoku en braille

Imagen del inventor Álvaro Perea-Milla en la avenida del Gran Capitán con la fuente de los cubos a su espalda

Aunque el sudoku se inventó a finales de los años 70 y se popularizó en Japón en los 80, no fue sino hasta principios de siglo cuando empezó a hacer furor en Occidente, y por supuesto también en España, donde se convirtió rápidamente en los periódicos en una alternativa exótica y muy atractiva a los clásicos crucigramas o autodefinidos. Desde entonces este juego matemático supone un reto para pequeños, medianos y grandes jugadores, que ven en sus 81 casillas una auténtica misión que cumplir. Ahora, un inventor cordobés, Álvaro Perea-Milla, se ha propuesto que todo el mundo, incluidas personas ciegas o con graves problemas de visión, puedan jugar al sudoku, y para ello ha patentado un modelo de juego que se acompaña de idioma braille. Su prototipo funcional ya está circulando y es cuestión de tiempo que se comercialice.

Imagen del sudoku en braille.

Ingeniero industrial y matemático, terminaba la carrera cuando llegó el confinamiento generado por la pandemia y las posteriores restricciones. Ante esa situación barajó la idea de montar un empresa con un amigo. Aunque la empresa no llegó a constituirse sí que estuvieron trabajando más de un año con impresoras 3D modulares, algo que le daría experiencia para lo que vino después. ¿Cómo empieza toda esta aventura? Como explica Perea-Milla, tiene una tía deficiente visual y un tío invidente. Su tía jugaba a sudokus con el móvil pero tenía  problemas con la batería y con el sistema de accesibilidad del propio teléfono, que es complicado de utilizar y desde luego no hace ameno el juego.

DOS AÑOS DE TRABAJO

A partir de ahí, y durante dos años, este inventor cordobés empezó a poner en marcha prototipos realizados por la impresora, que luego eran estudiados por técnicos de la ONCE…y por sus propios familiares, que ejercieron igualmente de “testeadores”. Y es que hay algo muy importante que tener en cuenta con respecto al tamaño de la superficie o la funcionalidad del diseño, y es la pericia que la persona que va a jugar tiene con el propio braille. Incluso su edad (por ejemplo si le tiemblan las manos) o tamaño de los dedos. Hay invidentes que leen braille a una velocidad pasmosa y con firmeza, otros de forma mucho más lenta  y quizá con el hándicap del grosor de los dedos o algún tipo de dolor en la mano, por ejemplo. Todo ello produce un proceso de prueba y error hasta que se acierta, y en el que va aparejado la eliminación de filos cortantes entre otros muchos aspectos.

Detalle de las teclas y su sobreimpresión en braille.

Finalmente Perea-Milla ha presentado el resultado como trabajo de fin de máster. Para conseguirlo llegó a aprender los rudimentos del braille, pues era necesaria la experimentación en la propia carne. En concreto en la propia carne de la yema de los dedos. Para ello, cuenta con sentido del humor, se colocaba con los ojos cerrados mirando hacia el techo.

El objetivo de este tablero de sudoku para invidentes no es sólo el juego, puesto que además resulta útil para los que empiezan a aprender braille, ya que fomenta el tacto requerido para este lenguaje de una forma divertida. Por otra parte, y pensando en las aulas de formación, también es adecuado para fomentar la memoria mediante la lógica matemática.

A partir de aquí llega el turno de la comercialización, y también se abre un mundo de posibilidades quizá a otro tipo de juegos. Lo importante en cualquier caso es que el sudoku en braille tiene firma cordobesa.

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