Si a un cordobés se le preguntase cuál es el centro neurálgico de la ciudad, sin duda contestaría que La Plaza de las Tendillas, combinación perfecta de centro comercial e histórico, punto de reunión para generaciones, lugar de paso, de celebración y de verdadera identificación con el espíritu de la ciudad. Se trata además de uno de los espacios que más ha cambiado en las últimas décadas y de mayor arraigo con diferentes etapas en la construcción de la urbe moderna, sin desdeñar su imbricación con un pasado muchas veces desconocido, o sencillamente olvidado por la acumulación de datos. Sin miedo a equivocarnos diríamos que las Tendillas son el corazón de Córdoba. Y como todo órgano esencial está compuesto de muy diversas células.
¿De dónde procede el nombre de plaza de Las Tendillas? Hace referencia a pequeñas tiendas, tiendillas o tendillas, de miembros de la Orden de Calatrava. Esta orden militar cisterciense fue fundada en 1158 por Raimundo de Fitero para proteger, Calatrava, entonces un lugar de importancia estratégica. Años después, en 1228, Fernando III organizaría diversas encomiendas de la orden en Andalucía. Con la conquista de la ciudad por el propio Fernando y el concurso decisivo de la Orden, el rey regaló a esta institución una manzana de casas de 13.000 metros cuadrados. Iba desde la Plaza de Bañuelos hasta la actual calle de la Plata. También limitaba en diversos puntos con las actuales calles Juan de Mena. La actual plaza de las Tendillas era entonces una plazuela que servía de entrada al Convento de la Orden de Calatrava. En esa plazuela comerciaban las pequeñas tiendas que, como decimos, le dieron nombre. En esta entrada la Cordobapedia se puede observar la extensión de la manzana. Los miembros de la orden podían arrendar o explotar todas las casas incluidas en ella para su beneficio.
Tenemos ya el nombre. Pero todavía faltaba mucho para que su configuración tuviera que ver con la actual. Aquí hay que atender a los llamados Hermanos Puzzini. ¿Quiénes eran? Se trataba de Nicolás, Fuster y Ambrosio, de origen suizo, que se pueden considerar unos de los grandes nombres de la hostelería de Córdoba. Pusieron en marcha primero la pastelería y confitería Suiza, situada en Ambrosio de Morales. Ya en los diarios de la época, ofrecían desde 1855 helados y sorbetes, a la llegada del verano.
Los Hermanos Puzzini, tras el derribo de las casas de la Orden de Calatrava, de las que también había una representación en las Tendillas, compran un solar de 2.000 metros cuadrados. Tras una obra que duró diez años inauguran en 1870 el Hotel Suizo, que con un patio con columnas arabescas, 65 habitaciones y un comedor para 150 personas era uno de los mejores establecimientos de la España de entonces. Hasta que las obras terminaron pusieron en marcha de manera provisional la Fonda Suiza en la calle Diego de León.
Los hijos de Fuster Puzzini, Ambrosio y Tomás, heredaron en 1909 el hotel, y además pusieron al lado un restaurante y una confitería. La suerte no les acompañó y vendieron el hotel por 565.000 pesetas en 1919. Lo adquirió el Ayuntamiento. Empieza ahí la historia de la Plaza de las Tendillas tal y como la conocemos. El hotel se demuele en 1924.
El proyecto de nueva Plaza de las Tendillas quedará a cargo del arquitecto Félix Hernández en época del alcalde José Cruz Conde. Hernández fue también el artífice de la Casa de Colomera, que actualmente es el hotel Palacio de Colomera. El proceso de construcción de la plaza fue rapidísimo, y de hecho se puede decir que se forma entre 1926 y 1928. En 1926 se construyen dos casas, la Casana Diéguez (junto a Morería) y la Marín Fernández (junto a Gondomar). En 1927 llega el turno de tres edificios sobradamente conocidos: La Unión y el Fénix, Telefónica y La Equitativa. Y en 1928 se construyen la casa Enríquez Barrios y junto a ella la casa Colomera, que fue la última.
La configuración moderna se completa en 1927 con el monumento al Gran Capitán, que estaba originalmente situado en la actual Ronda de los Tejares, en su cruce precisamente con Gran Capitán. Esta estatua tiene una curiosísima historia detrás, pues ya contaba a finales del XIX con un boceto de Mateo Inurria. En la prensa de la época se apostaba por el Campo de la Merced para su ubicación. En teoría ya en 1897 se había tramitado el expediente del monumento, pero se fue postergando porque resultaba excesivamente caro. En 1915 se organiza una campaña de recogida de fondos que da sus frutos en 1923 por fin. El caballo de las Tendillas forma parte indisoluble ya de la plaza, junto a la leyenda urbana de que el rostro no pertenece al Gran Capitán, sino al torero Lagartijo.
Precisamente entre los años 20 y 1999 esa estatua se convierte en el elemento central dentro de una estampa inconfundible con los coches circulando a su alrededor. En mayo de 1999 se inaugura con Rafael Merino como alcalde su actual configuración, en gran parte peatonal, con la fuentes que surgen directamente del suelo.