Historia de las tabernas de Córdoba

Taberna Casa Paco Acedo

La esencia taurina perdura: Casa Paco Acedo, una taberna histórica en el corazón de Córdoba

Taberna Casa Paco Acedo

Enclavada en la zona norte del casco histórico de Córdoba, junto a la imponente Torre de la Malmuerta, se encuentra la emblemática taberna conocida como Casa Paco Acedo o simplemente Paco Acedo. Con una historia centenaria que se remonta a 1941, este icónico establecimiento ha dejado una huella imborrable en la ciudad y se ha convertido en un auténtico referente para los amantes de la buena comida y del ambiente taurino. En este artículo, exploraremos la fascinante trayectoria de Casa Paco Acedo y su estrecho vínculo con la tradición taurina de Córdoba.

Un legado histórico: Casa Paco Acedo ocupa una antigua casa de arquitectura tradicional cuyos orígenes se remontan al siglo XIX. Originalmente, el lugar estaba destinado a ser un despacho de bebidas, y en su patio se encontraba la célebre cabeza disecada del toro “Pajarito”, cuya vida fue arrebatada por el novillero Oñero Mínguez en 1935. Fue en octubre de 1941 cuando Francisco Acedo Morilla adquirió la taberna y le dio el nombre de “Casa Paco Acedo”. Previamente, en 1938, Francisco había regentado otra taberna llamada “El Lagar” en la Avenida Obispo Pérez Muñoz, hoy conocida como Avenida de las Ollerías.

El corazón taurino de la taberna: Casa Paco Acedo ha sido testigo de encuentros memorables entre trabajadores de la cercana fábrica de aceites “Carbonell”, ferroviarios y vecinos de los barrios taurinos del Matadero y Santa Marina. Entre su distinguida clientela, se encontraba el legendario torero Manolete y un grupo de aficionados taurinos decididos a honrar su memoria. En uno de los salones del establecimiento, fundaron la peña privada y exclusiva titulada “Peña Los Amigos de Manolete”, que ha permanecido en el mismo lugar desde los primeros años de la década de 1940.

Una reforma que conserva la esencia: En 1997, Casa Paco Acedo experimentó una profunda reforma bajo la dirección de la tercera generación de la familia fundadora. Esta renovación respetuosa con la tradición preservó el aroma y el sabor taurino característicos de esta icónica taberna cordobesa. Cada rincón de Casa Paco Acedo sigue impregnado de historia, creando un ambiente único que transporta a sus visitantes a épocas pasadas y a la esencia taurina que siempre la ha caracterizado.

Un legado familiar y taurino: Casa Paco Acedo tiene una conexión especial con el mundo taurino, y esto se refleja en los lazos familiares que han influido en su trayectoria. En tiempos antiguos, el establecimiento albergaba un estanco regentado por Francisco Molina Martínez, conocido como “El Frasqui”. Francisco era hijo de Juan Molina Sánchez, célebre como el “califa de los peones de brega”, y sobrino de Rafael Molina Sánchez, más conocido como “Lagartijo”. Además, era hermano de Rafael Molina Martínez, también conocido como “Lagartijo Chico”. Estos lazos familiares y taurinos han dejado una huella imborrable en la historia de Casa Paco Acedo.

La Peña Taurina de José Luis Torres Roldán: Hoy en día, Casa Paco Acedo alberga la Peña Taurina del reconocido matador de toros José Luis Torres Roldán. Esta asociación taurina continúa manteniendo viva la pasión por la tauromaquia y es un punto de encuentro para los amantes de la fiesta brava en Córdoba. La taberna se convierte así en un espacio de reunión y celebración para quienes comparten el amor por la tradición y el arte de la tauromaquia.

Casa Paco Acedo es mucho más que una simple taberna en Córdoba. Es un legado histórico y taurino que ha resistido el paso del tiempo, conservando su esencia y brindando a sus visitantes una experiencia única. Su estrecha relación con figuras destacadas del mundo taurino y su papel como punto de encuentro para peñas y aficionados taurinos son testimonio de su importancia en la ciudad. Si alguna vez te encuentras en Córdoba, no puedes dejar de visitar Casa Paco Acedo, un rincón lleno de tradición y pasión por la tauromaquia.

Extracto de "Memorias Tabernarias". Manuel Carreño Fuentes en Diario de Córdoba. 17 de julio de 1988

Esta taberna situada en el barrio torero de la Merced, junto al Arco de la Torre, de mucha tradición y muchos años, era frecuentada por profesionales y aficionados al arte de Cuchares.
Había pólemicas y partidarios, se hablaba de Largartijo y el Guerra entre los más viejos.
Otros de la segunda juventud, hablaban del Machaco y de Joselito y Belmonte.
También iban chusmetas como los hermanos Pepe OllaCarriles y el Moreno.
Paco el tabernero era un hombre muy consecuente, que sabía el punto de dividir las opiniones sin dejar residuo y todo se apaciguaba con unos vasos de dorado vino.
Encalvado en la misma taberna había un estanco que regentaba un sobrino del gran Lagartijo, conocido por el alias de el Frasqui, hombre prudente pero de carácter violento y por lo mismo evitaba meterse en pólémicas tauromáquicas o políticas.
Tenía en la estanterías de los tabacos un retrato de Frascuelo y otro de su tío Lagartijo y debajo del retrato, existía enmarcado un escrito por su autor Fernández Gridoy, Soneto a Lagatijo
"Le clama el pueblo en su cantar sonoro.
Le adora como a un dios, la tierra baja,
no hay pandera, lienzo ni viñeta en caja
que no obtente su nombre con decoro.
Rey de la arena, vencedor del toro,
nadie en brío ni garbo le aventaja
y lleva entre los pliegues de la faja
la imagen pura cincelada en oro.
De El Pretorio nació junto a la Ermita
y es tan profundo el culto verdadero
que rindo a mi Córdoba bendita,
de cuando al redondel sale el primero.
¡La torre de la arábica Mezquita!".
Cuentan que cuando el poeta se lo leyó a Lagartijo éste venía de paso del Puerto de Santa María y toreaba el día siguiente en Madrid.
Se lo leyó en el vagón y le preguntó al diestro:
"-¿Qué te parece este sonero Rafael?".
El torero, que no tenía ni idea de lo que era un soneto, le contestó:
"-Que algo hay de eso, que tú lo hueles tó"".
Esta taberna tenía una entrada por el callejón de Adarve, ésta calleja cantada por mi amigo Alvariño, en sus Canciones Morenas.
Por esta puerta se entraba al patio y allí había una habitación de una Peña Taurina muy profusa en retratos y trofeos, no recuerdo a qué torero estaba dedicada de los muchos que empezaban sus pinitos en aquel tiempo.
El amigo Paco Acedo murió, pero la taberna sigue en manos de su hijo muy bien atendida y frecuentada.
Y el arco de la Torre sigue impasible, remozado como si el tiempo no hubiera pasado.

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