Localización
En la segunda década del siglo XX se da en Córdoba el último intento de hacer navegable el río Guadalquivir. El padre del proyecto fue el ingeniero madrileño Carlos Mendoza, fundador en 1904 de la empresa eléctrica Mengemor, acróstico formado por las iniciales de su apellido junto a de sus socios Alfredo Moreno y Antonio González. Esta empresa entró en el accionariado de la Sociedad del Gas y la Electricidad de Córdoba en 1921, haciéndose con su control en 1930. Ya antes contaba con una gran vinculación con Córdoba debido a obras como la central hidroeléctrica de El Carpio.
El otro gran proyecto que unió el nombre de Mendoza y Córdoba fue la navegabilidad del Guadalquivir. Como recoge Cordobapedia, Córdoba tuvo puerto desde época de los romanos y hasta la edad media. Aprovechando una visita del rey para inaugurar una de las obras de la empresa, la central hidroeléctrica de Mengíbar, en Jaén, el empresario presenta su proyecto de navegabilidad y aprovechamiento energético del Guadalquivir, que recogía la idea ilustrada de conectar Sevilla y Córdoba mediante el río.
Como recuerda el profesor de la Universidad de Sevilla, Antonio Miguel Bernal, en su estudio ‘Ingenieros-empresarios en el desarrollo del sector eléctrico español: Mengemor,1904-1951’, el proyecto se sustentaba en una serie de embalses escalonados. La idea era combinar la navegabilidad con el provecho energético, que se calculaba en torno a los 200 millones de Kwh. Además incluía cuestiones de regadío. El consejo de Mengemor aprobó la redacción del proyecto el 13 de abril de 1917 y en marzo de 1919 presentó la solicitud de concesión. Se basaba en la construcción de once presas móviles con once saltos. Las presas servirían de apoyo a una serie de puentes públicos. Diez embalses se destinarían tanto a las necesidades de riego como a la regulación del tránsito de barcos. Y evidentemente las presas y saltos tendría una utilidad hidroeléctrica. La inversión necesaria eran 60 millones de pesetas. Se contemplaba que el Gobierno aportase veinte millones.
Para conseguir apoyos, Mendoza se embarcó en diversas conferencias, entre ellas en el Círculo de la Amistad de Córdoba. En esas charlas ofrecía todo tipo de detalles técnicos. Para la construcción del proyecto se creó una entidad independiente entre Mengemor, el propio Mendoza a título particular, la empresa hidroeléctrica Chorro, el Banco Central y el Banco de Vizcaya. Se llamó Canalización y Fuerzas del Guadalquivir.
Las primeras obras ejecutadas por esta sociedad fueron el embalse del Jándula y el salto de Alcala del Río, que iba a ser en teoría el primer paso del trayecto navegable y de enorme complicación técnica. La siguiente presa, la de Cantillana, era igual de complicada y Mengemor solicitó el apoyo expreso del Gobierno. La situación económica del país no era demasiado halagüeña en esos años (final de la dictadura de Primo de Rivera) como para el mantenimiento de este gran proyecto. Entre su complejidad y un gran proceso de expansión de Mengemor -con multitud de obras y absorciones de empresas- se va ralentizando y sobreviene la guerra civil. Como si de un reflejo de la contienda se tratase, la propia Mengemor queda dividida en dos partes sin relación entre sí. Al final de la guerra, Mengemor no sufrió demasiados daños en las instalaciones, pero sí perdió numeroso personal, muerto en combate.
A partir de 1939, Mengemor continúa absorbiendo empresas y construyendo numerosos proyectos. La situación económica de posguerra hace que la presa de Cantillana no se construya hasta 1948 y multiplicando por nueve el gasto con respecto a la de Alcala del Río. En 1949 se presenta una modificación al proyecto de esclusas. Mengemor propone como solución un canal lateral excavado, por el que circularía el tráfico fluvial en lugar de los tres siguientes saltos. Esa idea fue rechazada años atrás pero ahora se veía técnicamene posible. El Gobierno accedió al cambio del proyecto y Mengemor logró una moratoria. El proyecto tendría que estar listo para 1970.
Pero el los 50 Mengemor se fusiona con Sevillana. En 1964 el Gobierno rechaza finalmente el proyecto. Sirva un dato para mostrar la situación: Alcalá del Río, terminada décadas atrás, ni siquiera tenía entonces la esclusa operativa.
Había que decir adiós al megaproyecto de navegabilidad del Guadalquivir, que se topó con demasiados obstáculos insalvables en unos tiempos convulsos en lo económico, político y social. Desde entonces no ha vuelto a retomarse la idea.
Foto principal: Molino de hierro en 1910, por Rafael Garzón Rodríguez (recorte)