Ubicada en la pintoresca calle Deanes número 9, en pleno corazón del emblemático barrio de la Judería, se encontraba la Taberna Los Califas, un lugar que ha dejado una huella imborrable en la historia de la ciudad. Conocida no solo por su exquisita oferta gastronómica, sino también por sus animadas fiestas flamencas, esta taberna era un punto de encuentro obligado para lugareños y visitantes.
La historia de Los Califas se remonta a finales de la década de 1940, cuando se fundó la Peña Los Califas. Este grupo estaba compuesto por personas procedentes de la Judería y otras partes de Córdoba, y se caracterizaba por derrochar autenticidad y alegría en cada reunión. Entre los animadores destacaba Manuel Soriano, conocido como “El Campanero”, quien añadía su toque especial a las festividades.
La Peña Los Califas encontró su hogar en la taberna, que ya era reconocida por su atractivo flamenco y su ambiente festivo. En las paredes del local se exhibían los retratos de los grandes toreros que ostentaban el título de “Califas del Toreo”: “Lagartijo”, “Guerrita” y “Manolete”. Estas imágenes, junto con la calidez y el carisma de los socios de la Peña, despertaban admiración entre quienes los visitaban.
La fama de la Taberna Los Califas trascendió las fronteras locales y atraía a turistas, artistas del teatro, del cine y toreros, quienes no podían resistirse a la autenticidad y el encanto de este lugar. Muchos de ellos dejaron su huella al firmar en el libro de honor, que se conservaba como testimonio de los ilustres visitantes que pasaron por allí.
Pero la Taberna Los Califas no se limitaba solo a la celebración de fiestas flamencas y al ambiente festivo. También se ganó el reconocimiento por su oferta gastronómica, donde los platos tradicionales cordobeses y los sabores auténticos se convertían en protagonistas. Los visitantes podían disfrutar de una exquisita selección de tapas y platos típicos, acompañados de buen vino y el sonido del compás flamenco.
Extracto de "Memorias Tabernarias". Manuel Carreño Fuentes en Diario de Córdoba. 25 de noviembre de 1990
- Esta taberna, fundada por Cuesta, el dueño del Horno de las Pavas en la calle Deanes, en el pleno corazón de la Judería, pasó después a Rafael Cabello Minguitos, que la convirtió en restaurant y sala de fiestas flamaneca nocturnas.
- Allí se congregaban todos los artistas flamencos famosos de aquel tiempo. Cantaores, guitarristas, bailaores y bailaoras de gran relieve, entre éstos, Finito, El Lápiz, El Niño de la Magdalena, y otros.... los tocaores Emilio Arango, Rafael El Gitano, tio del Lápiz.
- En el baile, Ana Carrillo, La Tomata, Diego de Bronce, que en la actualidad está actuando con gran éxito en Méjico, El Piojo, Lamparilla, Pilarín del Oro, hermana de Finito, y de comparsa y maestro de ceremonias, Fernando el Gitano alias Tinico cara Pato, que hacía el son de la bulería con el regato del batón y como estaba muy torpe de los pies, movía las manos para el baile como la mejor artista, tanto es así, que el propio Federico García Lorca, que lo vio acturar le hizo un magnífico canto a las manos del Tinico.
- Todos estos eran los protagonistas de las fiestas que se formaban hasta la madrugada en estos lugares; por lo que el negocio marchaba bien; eran los días de esplendor de aquel barrio, lleno de bares y tabernas, en todas sus calles y callejas lucían todas las noches, como un ascua de la fiesta flamenca.
- Por allí nos encontrábamos, los noctámbulos poéticos, Ricardo Molina, Juan Bernier y otros amantes de la bohemia pintoresca que nos ofrecía el ambiente. Pasó el tiempo, el barrio fue maleándose con el gamberrismo y otras cosas. Hasta que poco a poco fue apagándose, El último superviviente fue Minguitos con su califato, otros aguantaron menos.
- Sólo quedan en el barrio La Una y la taberna La Mezquita.