Sus pequeños alumnos los llaman los “Jedis’, pues parecen hacer magia. Son Sergio Vega y Rafael Dorado, fundadores de la startup ‘Robokids’. Llegaron para los patios de 2015 sin saber apenas nada de Córdoba y se pusieron literalmente a llamar a puertas para contar su proyecto. En este caso puertas de colegios. «Vinimos con nuestras camisas y una caja cargada de folletos y de ilusión», recuerda Vega con gran sentido del humor. Y esas puertas se les abrieron. De Plasencia y Salamanca respectivamente, en septiembre se habían mudado ya a un piso al lado del Palacio de Viana y hacían vida de barrio y tomaban medios en la taberna como si hubieran nacido en la mismísima plaza de San Agustín.
Hicieron un estudio de mercado. Tenían claro que el centro de su trabajo -robótica educativa y formación en programación para primaria- se dirigiría a Andalucía, donde ese campo estaba muy limitado. Pensaron en Sevilla y Málaga, pero su gran tamaño y la posible competencia derivaron sus esfuerzos a Córdoba, con un horizonte más amplio, aceptable tamaño y cien colegios alrededor. «Córdoba era tierra virgen, también más arriesgado, pero en algunos aspectos nos pareció más fácil, porque formación en empresa no teníamos nada», rememora Dorado.
«Nos gustaría enseñar informática y tecnología como nos hubiera gustado que nos enseñasen a nosotros», pensaron ambos como centro de su proyecto. Pero antes aprendieron contabilidad, números y burocracia en el programa ‘Yuzz’ del Banco de Santander, un “lugar” especialmente prolífico para el impulso de jóvenes empresarios. Ya entonces la empresa se había consolidado y llegó a contar antes de la pandemia con 25 trabajadores a tiempo parcial y a trabajar con 50 colegios entre Córdoba, Plasencia, Málaga, Huelva y Madrid. Y allá obtuvieron su aprendizaje de “papeleo”.
Junto a otros empresarios terminaron en lo nunca visto, y llamado ‘Silicor Valley’, un chalé alquilado arriba del Calasancio, cerca ya del hotel ‘Maestre escuela’. Pertenecía al torero José María Tejero y allá en el garaje queda un trozo de burladero. Ahora en el terreno hay un huerto y un gallinero, piscina y una chocita en la que se realizan algunas de las fotografías, bien supervisadas por el perro Tomás, mezcla de bóxer y mastín, tan amigable como vigilante.
«Acercamos a los niños conceptos que se dan en primero de carrera», apunta Vega. «Si yo aprendí a programar con 18 años, tenemos niños que están aprendiendo a programar con siete». Robótica con ‘Lego’, programación con ‘Scratch’, o edición en 3D se complementa con programación de drones o realidad virtual y aumentada. El objetivo final es que el niño que tiene todo el día el móvil en la mano sepa lo que tiene y que termine sabiendo, por ejemplo, cómo hacer una aplicación para despertador, o programar un mando para mover un coche teledirigido. De la misma forma modernizan elementos como peonzas, trompos, palancas o catapultas.
SCAPE ROOM VIRTUALES
Cuando llegó el confinamiento, Sergio y Rafael no pararon. Pensaron qué podían seguir haciendo en el ámbito educativo y nació otra empresa vinculada a ‘Robokids’ llamada ‘Scape rooms virtuales‘. «La tecnología es una herramienta para mejorar, no tiene que ser la base o lo fundamental y pensamos en algo digital para captar la atención de los alumnos», apunta Dorado.
Así que aprovecharon el boom de las scape rooms para aplicar el 3D y la realidad virtual al campo del aprendizaje. Y en dicho campo no sólo han llegado a jóvenes alumnos, sino incluso a empresas, pues han llegado a formar a camareros en conocimientos del tequila José Cuervo mediante la llamada gamificación, que consigue enseñar y evaluar el aprendizaje de forma rigurosa y divertida.
Para estos dos empresarios los scape rooms son ideales para transmitir conceptos como liderazgo, pensamiento crítico o escucha activa, cuestiones muy difíciles de introducir en las asignaturas convencionales.
En resumidas cuentas, ‘Robokids’ trata de llenar ciertas lagunas de una escuela demasiado anclada en lo tradicional, y muchas veces con escasez de personal habida cuenta del ratio profesor/alumno. Y lo hacen como los buenos maestros: despertando la curiosidad de los alumnos para que luego sigan indagando en esas materias. Por algo son los “Jedis”.