De la Ilustración a Emacsa

Historia económica de Córdoba: la aventura de las aguas potables

Historia económica de Córdoba: la aventura de las aguas potables

En la segunda mitad del siglo XIX, diversas corrientes ilustradas en la ciudad de Córdoba ponen sobre la mesa la necesidad de contar con una empresa de aguas potables. Eran tiempos en los que numerosas enfermedades infecciosas campaban a sus anchas, y el conocimiento científico era ya sobrado como para conocer la importancia decisiva que el agua depurada y su eficaz abastecimiento tienen en su combate. Las filtraciones de las cloacas y pozos negros eran frecuentes, y además muchas conducciones se encontraban al descubierto.

En 1875 se pone en marcha la Sociedad de Partícipes de las Aguas, perteneciente al Cabildo. Curiosamente adquiere del Estado dos huertas, la de Santa María y la del Hierro. Y decimos curiosamente habían pertenecido al propio Cabildo hasta la desamortización de 1855. Y así, la institución eclesiástica se comprometió a construir las conducciones pertinentes.

De esta forma se va gestando la Empresa de Aguas Potables de Córdoba, que da sus primeros pasos en torno a 1890 ó 1891, aunque como recoge el Diario de Córdoba en marzo de 1891, planea obtener la forma legal de empresa este último año. Finalmente su constitución se produce con la primera junta de accionistas el 27 de septiembre de 1891. Su domicilio estaba en la Plaza de las Doblas nº 10. Su director concesionario y fundador fue Enrique Hernández  Pascual. Un par de años después se mudarían a la Plaza de Capuchinos nº 10, tomando la dirección Manuel García Bartolomé. Adquirió la forma de sociedad anónima.

Entre sus primeros objetivos estuvieron los siguientes: pedir cuatro depósitos de chapa galvanizada, cuatro milímetros de grueso y cincuenta centímetros cúbicos que se necesitaban para el abastecimiento en la parte alta de la ciudad, pedido que se hizo a una empresa de Liverpool, la casa Julius G. Neville; por otra parte iniciar trabajos de canalización gracias a una tubería que llegó desde Glasgow, y en concreto de la empresa Magnauktan Hermanos.

Se puede perfectamente considerar a esta empresa la precursora de Emacsa, y la responsable de poner las bases de la canalización y abastecimiento modernos en una ciudad que partía con enormes carencias y necesidades acuciantes en esta materia. Como se suele decir, todo estaba por hacer, y así en 1896 colocan la boca de riego con manguera que servirá para regar la plaza de toros, entonces en Ronda de Los Tejares, pues cuestiones tan prosaicas como ésta también eran una novedad. A su vez realizó numerosas obras de canalización y creó una ordenación en los pagos de tasas, poniendo las bases de los que luego sería el sistema habitual de abastecimiento y su relación con el ciudadano, incluidas las licencias para realizar obras en las calles y poner en marcha la red de tuberías.

En 1915 la red de abastecimientos es caótico, y la red de distribución un laberinto en un precario estado de mantenimiento. Bien lo resume el geógrafo Francisco R. García Verdugo en la publicación municipal El Pregonero de marzo de 1992:

De las 5.000 casas de que aproximadamente se compone la población, tanto solo disponen de agua potable propia 551 , (381 de la Sociedad de Partícipes, 60 de la Sociedad de Santo Domingo, 60 de la Fábrica Catedral y 50 de otros veneros). La Empresa de Aguas Potables tan sólo sirve a sus abonados unos 225 m3 por día. La gran mayoría de las casas han de seguir abasteciéndose de agua potable para el consumo de las personas en las distintas fuentes públicas existentes. En 1927 el agua potable disponible es de tan sólo 23,7 litros por habitante y día. Ciertamente que Córdoba pasaba sed. 

Esto derivó en 1926 en la puesta en marcha de la Oficina Técnica de Ingeniería, que tenía como propósito aprovechar mejor el surtido de los veneros y tratar el agua sanitariamente de una manera más óptima.

En torno a 1931 hubo un periodo de escasez de aguas y hasta se temió que hubiese que importarla. La solución vino de un venero que había pasado desapercibido, el de Esquinas Paradas. El conocido arquitecto Rafael de la Hoz construyó su conducción hasta los depósitos llamados de Santa Emilia. Fue mérito éste al parecer del alcalde Eloy Vaquero, que tan sólo ejerció en su cargo dos meses. Como indica el diario La Voz, el agua llegó a faltar hasta en los hospitales. La empresa se había quedado sin agua y pagó al Ayuntamiento 49 céntimos por metro cúbico. Este venero surte aún hoy día a los estanques de la calle Cairuán y a los jardines del Alcázar.

La historia de las aguas potables en Córdoba tiene un año importante en 1938, y en concreto en el mes de febrero, cuando el Ayuntamiento de la ciudad compra la Empresa de Aguas Potables. Dicha adquisición se produce el 7 de febrero, aunque no se hará efectiva hasta el mes de abril de aquel año. Era éste un fin perseguido años atrás, entre otras cuestiones para sanear la hacienda municipal. El encargado de llevar a cabo el proceso a buen término fue Manuel Sarazá Murcia en tiempos del alcalde Antonio Coello. El presidente de la comisión liquidadora fue Enrique Salinas.

Esa municipalización fue mejorando todo el proceso de abastecimiento. El 23 de enero de 1969 el pleno del Ayuntamiento de Córdoba aprobó por unanimidad la constitución de la Empresa Municipal de Aguas de Córdoba, SA (Emacsa), que trajo definitivamente la modernización basada en la tecnología. Previamente, en 1954,  se había puesto en marcha la estación de Villa Azul y el recrecimiento del embalse del Guadalmellato, ya existente y principal fuente de abastecimiento de la ciudad. En 1991 empieza a funcionar la estación depuradora de aguas residuales (EDAR) de La Golondrina.

Desde entonces los avances han sido constantes, superando con creces aquel sueño de los ilustrados y solventando todos los problemas de abastecimiento y tratamiento de la ciudad.

 

 

 

 

Es noticia en Córdoba