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Pedro Martos abrió El Olivo en mayo del 2002. Más de dos décadas después, este restaurante tradicional se ha hecho con un hueco tanto para la clientela cordobesa como para los visitantes de la ciudad, debido a su inmejorable situación. Tras el trabajo en este establecimiento está la historia de la familia Martos, que empezaron en el mundo de la hostelería en los años 60 y que han puesto en marcha multitud de conocidos locales a lo largo de este tiempo.
– ¿Cómo empezó en el mundo de la hostelería?
– Mi madre me dio a luz detrás de la barra [ríe]
– Viene entonces de familia
– Siempre. Los fundadores de los negocios han sido mis padres, Pedro y Antonia. Los hermanos luego seguimos.
– ¿Qué negocio tenían?
– El primero de todos fue en Ciudad Jardín, una bodeguilla en la calle Alderetes. El segundo fue donde está la estación del AVE, en la carretera de Trassierra. Ahí empezó ya mi padre con un bar con cocina. Se llamaba Casa Pedro.
– ¿Ya estaba la estación del AVE?
– Qué va. Estaba la estación antigua y había pasos a nivel. De la época en la que había pasos a nivel. A lo mejor no la has conocido.
– Sí, sí, la conocí. Además mucho tiempo viví cerca de Escultor Fernández Márquez, donde había un paso a nivel y casa del guardagujas
– Correcto. Esa imagen la tengo.
– Yo creo que los pasos a nivel llegaron hasta finales de los 90
– Pues en 1980 mi padre abre otro negocio en Cruz de Juárez nº 4. Cuando lo abrió se llamaba La Gamba de Oro. Había varias Gambas de Oro en Córdoba. La Gamba de Oro empezó en los Olivos Borrachos y su propietario era José López Parra. Mi padre era compadre de él y abrió el negocio con su nombre. Años después este hombre se puso malo, y se hizo cargo de los Olivos Borrachos su hermano. Entonces le tuvimos que cambiar el nombre, que pasó a llamarse Casa Pedro, por mi padre. Allí llevamos 43 años. Ahí está mi hermano Juan. Tengo otros dos hermanos más. Rafa, que también ha estado en los negocios con nosotros, y Antonia. Por circunstancias ahora estamos solamente en los negocios mi hermano Juan, que es el mayor, y yo.
– ¿En qué bar familiar empezó usted?
– En el de carretera de Trassierra, con ocho años. Me ponía una caja de cerveza o de Coca-Cola al revés para llegar al grifo. No sé si le has hecho entrevistas a la familia Rosales...
– Muchas
– Pues somos de ese tipo de familia, que estás en esto desde chico.
– Hace unas semanas, en otra entrevista, el propietario de Los Chopos me decía que también empezó subiéndose a una caja
– Ángel. Estuvo aquí en El Olivo hace poco. Pues yo empecé igual, desde niño.
– ¿Le gustaba ya de chico?
– Hombre, gustarme, gustarme...no me gustaba mucho [ríe]. Pero claro, no quisimos estudiar. Mi hermano Juan, que era un año mayor que yo, se salió del colegio con 14 años y yo también. Hicimos la E.G.B. y en cuanto dejamos los estudios empezamos a trabajar fuerte, echando horas. Y desde entonces sin parar hasta ahora, que tengo 55. Imagínate. Por cierto, sigo con el recorrido, porque después del de Cruz de Juárez abrimos otro negocio en el centro, en la calle Fray Luis de Granada esquina con Fernando de Córdoba. Se llamaba La Cococha.
– Muy conocido también.
– Allí estuvimos 15 años. El edificio lo echan abajo. Mi hermano Rafael abrió otro negocio en Alhakén, que se llamaba El Limonero. Y es en esa época cuando abro El Olivo, en mayo del 2002.
– ¿Qué era antes el establecimiento?
– Una tienda de electricidad. Lo compramos y lo adaptamos.
– ¿Por qué se decidió por este lugar?
– Porque era un sitio espectacular. Tengo un buen amigo, el banderillero José María Tejero, que me avisó sobre que le gustaba mucho este local. Yo esta zona no la conocía y vinimos a verlo tras el cierre de La Cococha, porque mi padre quería que cada hijo tuviera un negocio. Al principio yo estaba acojonao, porque venía del centro con mi clientela hecha y me vine aquí con todo el personal nuevo. Me decidí por las posibilidades de negocio y el barrio, que es espectacular. Hay una vecindad fabulosa aquí. La mayoría de nuestra clientela es de Córdoba. Pero además estamos en el paso de los turistas.
– Entonces pese al sitio no lo enfocó al turismo
– No, lo enfocamos a lo que siempre habíamos hecho nosotros: clientela de Córdoba. Pero claro, el turismo cae por sí solo.
SITUACIÓN INMEJORABLE
– ¿Qué tipo de gastronomía tienen?
– Cocina tradicional. Nuestra idea era traer el mismo tipo de cocina que habíamos tenido en Casa Pedro o La Cococha, que se basa en el producto fresco de calidad. Tenemos los platos típicos cordobeses, como rabo de toro o salmorejo, pero tocamos mucho el pescaíto, el pescao grande y algo de marisco.
– Habló antes sobre el barrio, ¿tienen mucha clientela del barrio?
– Muchísima y muy buena.
– Después del paso por tantos negocios familiares, ¿qué ha aprendido en la hostelería?
– El trabajo del día a día te va haciendo que tengas más experiencia, pero nunca terminas de aprender. En la hostelería debes ser muy profesional y dedicarte de pleno al negocio. Aquí no te puedes dormir. Tienes que estar siempre pendiente de todo.
– ¿Cómo ha visto desde su casa la evolución del turismo?
– El extranjero que entra en mi casa es de calidad. Y cada vez hay más. Desde que pasó la pandemia ha ido creciendo y Córdoba ahora mismo es un destino espectacular.
– ¿Qué plato destacaría de su carta o le gustaría recomendar?
– La cocochas de merluza al pil-pil, el rabo de toro, el jamón ibérico, la gamba roja de garrucha, la mazamorra, el salmorejo o el pescaíto frito. En cuanto a carnes el solomillo de vaca o el entrecot de vaca rubia gallega.
– Por lo que veo le prestáis bastante atención al vino
– Bastante. Tengo muchos denominaciones de origen, pero nos gusta destacar el nuestro, el de Montilla-Moriles.