Una industria pujante en la Córdoba de finales del XIX y principios del XX

Historia económica de Córdoba: las fábricas de paños

Historia económica de Córdoba: las fábricas de paños

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Desde mediados del siglo XIX, Córdoba contó con una boyante industria dedicada a la fabricación de paños. Existieron en la ciudad hasta ocho fábricas, en ese momento eran una de las puntas de lanza del sector industrial cordobés. En la carrera de la Fuensantilla hubo tres, una de Francisco Miró, otra de Francisco Llácer y la última de José R. López (en 1893 la llamada La  Fuensantilla pasó a manos de Vicente Luque Vaquerizo por arrendamiento, a la vez que fue el primer negocio de Diego Serrano, que luego tendría una conocida fundición de hierro). En la zona de Regina estuvo la de Antonio Vasconi, en la casa del Santo Dios de la Ribera (hoy parte de Bodegas Campos), la de José Lucas. En la Puerta de Baeza se situó la de Francisco Ramos, en la calle Siete Revueltas la de Rafael Blancas. Y hubo otra en San Francisco, la de Bonifacio Gallego. La mayoría de estos industriales eran valencianos y también los jefes de los talleres. Fue habitual durante la segunda mitad del XIX que viniesen a Córdoba empresarios y trabajadores de Levante, entonces una región muy desarrollada, para poner en marcha sus proyectos en la que veían una tierra de oportunidades.

En la prensa histórica se recoge cómo se considera a esta industria una verdadera renovación de la anterior, dedicada a la fabricación de macetas, ollas y pucheros. Y es que la fabricación de paños ya contaba con motores de vapor, entre otros adelantos de entonces. Como indica el periodista cordobés Ricardo de Montis en un artículo titulado Las Fábricas de Paños y publicado en octubre de 1918, lo paños fabricados en Córdoba eran los destinados a las capas de los hombres del campo, los habituales para sonarse la nariz «prenda indispensable para los mocos en el acto de comprar matrimonio, y qué pasaba, intacta, de padres a hijos y hasta de unas a otras generaciones». Igualmente se hacían capotes de monte de fama en toda España y las telas se empleaban para la confección de zahones y chaquetones o incluso hábitos de los ermitaños del desierto de Belén, es decir, de las Ermitas.

Fue frecuente durante un tiempo que, bien por casualidad, bien por algunas características relacionadas con su situación, maquinaria o abundancia de operarios, además de por la cierta pujanza de esa industria, las fábricas de paños aparecieran con frecuencia en las páginas de la prensa histórica incluidas en lo que hoy llamaríamos noticias de sucesos, entonces breves comentarios a veces denominados gacetillas. En el Diario de Córdoba (no confundir con el actual) se pueden seguir varios incendios, varios accidentes laborales (alguno con muertos), roturas de cristales debido al gamberrismo, incluso un intento de puñalada a un obrero por parte de un borracho.

Tras una décadas de pujanza ya se observan movimientos de arrendamiento o venta de maquinaria en los años 90 del siglo XIX y las referencias a estas industrias van desapareciendo en la prensa histórica, salvo caso de algún incendio o accidente. La más conocida de todas sin duda fue  La Fuensantilla, situada entonces en el número 39 de Carrera de las Ollerías. Todavía en 1925, ya desaparecida hacía lustros, se conocía al edificio como “el de la fábrica de paños La Fuensantilla”. Justo en ese año lo adquirió Carbonell.

 

 

 

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