Imaginemos la imagen de un burro tan adiestrado en la labor de reparto que ya se para él solito en cada punto del camino en el que debe dejar su mercancía. No hay que darle orden alguna. El dueño casi se podría ir a tomar un medio de fino a la taberna. Eso sucedía hace décadas y décadas en el pueblo cordobés La Rambla. Tan llamativa estampa correspondía a las antiguas labores de distribución de la empresa Bebidas Alguacil, que está a puntito de cumplir 100 años, lo hace el año que viene. Fue fundada en 1923 por Rafael Alguacil Romero, que pasó el testigo a su sobrino Antonio Alguacil, que hizo lo propio con sus hijos y actuales propietarios: Antonio, Ricardo y José Luis.
Antonio Alguacil certifica el alta de la empresa aportando el documento de la familia que se puede observar en la imagen de arriba en la galería, fechada exactamente el 30 de noviembre de 1923. Desde entonces, 99 años de actividad ininterrumpida han convertido a esta empresa en una de las más queridas de la localidad, entre otras cosas por su gaseosa y sus tintos de verano, productos genuinos del pueblo que también se venden en los alrededores o en la capital, donde, entre otros, el grupo Cabezas Carmona (Casa Pepe, Casa Rubio, Taberna nº 10, Hacienda de Santa María) sirve sus gaseosas.
Pero volvamos a 1923. Entonces no era el tinto de verano lo que primaba. Sí, la gaseosa y la zarzaparrilla, precursor de los refrescos de cola y que procede del extracto de la raíz de la smilax, un tipo de zarza. Luego se procedía a su endulzamiento. Junto a ello se añadía el llamado orange, una gaseosa de naranja, igualmente precursor de los refrescos de naranja posteriores exageradamente azucarados. En esa época la gaseosa no había reducido su función a la mezcla con vino, la sangría y poco más, como sucede hoy en día, sino que además de las posibles mezclas era considerada un refresco en sí misma, incluso con propiedades medicinales como digestivo. La prensa histórica llegaba a definirla en ocasiones, por sus burbujas, como bebida achampañada. Fue tan popular que en los años 50 llegó a haber en España unas 500 fábricas de gaseosa.
En esa situación se hizo popular la gaseosa Alguacil y hasta hoy día. Antes de repartir con ese inteligente burro que comentamos al principio también se hizo en carros de los habituales para cargar paja y con el distintivo de la empresa en un letrero. Hoy se hace ya en furgonetas con el éxito de ser la única fábrica de gaseosas que queda en Andalucía. Mientras la gaseosa resiste el paso de los tiempos, ya solamente como acompañante, la zarzaparrilla sí se topó con rivales, distintos tipos de cola, ya antes de la entrada de Coca-Cola en España en los 50, por lo que fue cayendo en desuso.
En el 2016, la empresa tuvo la idea de lanzar una línea de tintos de verano, ante la popularidad que los ya embotellados y elaborados tenían en la hostelería, en detrimento de aquel bar que te echaba hielo, gaseosa y tinto de la casa en el vaso. Muchos negocios ya optan por el que viene en lata o en botella, por ahorrar tiempo o costes. La idea se materializó algún año después y tanto en La Rambla, como el localidades aledañas o la capital, se pueden degustar los tintos de verano, blanco y de limón, de Alguacil. Tienen una particularidad. Están hechos con compuestos más naturales, por lo que su vida es más corta, unos seis meses. Y en honor a los antiguos usos de la fábrica de gaseosa se transportan en antiguas cajas de madera, puesto que se reciclan los cascos, como antaño. Y así surgió este “vargas” sin aditivos y elaborado de forma artesanal.